Viajar hace 2.000 años sin GPS requería confiar en las detalladas rutas del Imperio romano. Entre las más relevantes estaba la ITER XXXIV, la calzada transpirenaica que unía Astorga (Hispania) con Burdeos (Galia). Esta vía romana no solo facilitaba el transporte de personas, bienes y mensajes, sino que contaba con una red logística impresionante: paradas regulares para comer, descansar y cambiar caballos, similares a nuestras actuales estaciones de servicio.
En 2011, la Sociedad de Ciencias Aranzadi redescubrió parte de esta ruta gracias a miliarios —señales romanas al borde del camino—. Desde entonces, los hallazgos no han cesado. El más reciente ocurrió en el yacimiento de Donazaharre (Saint-Jean-Le-Vieux, País Vasco francés), donde se encontró un anillo de oro romano del siglo II d.C., en excelente estado de conservación.
El anillo presenta una ágata azul grabada con la imagen de un guerrero armado, de pie, con lanza, espada y escudo. Este hallazgo es especialmente relevante porque guarda similitud con otro anillo encontrado en Zaldua (Auritz-Burguete, Navarra) en 2018, donde la piedra es de ónix azul y la figura representa a la diosa Fortuna.
Ambos yacimientos están separados por apenas 35 kilómetros, distancia que coincide con las paradas habituales de la ITER XXXIV. La doctora Oihane Mendizábal Sandonís, directora del proyecto transfronterizo Pirenaeus, señala que estos hallazgos rompen con la idea de que estas zonas estaban aisladas. Por el contrario, evidencian que por allí pasaban —o vivían— personas de élite militar o civil, al tener acceso a joyas de gran valor.
Zaldua y Donazaharre: estaciones romanas entre montañas
Estas dos ubicaciones cumplen con los requisitos técnicos de las vías romanas: evitar pendientes mayores al 6%, no atravesar ríos fácilmente inundables y no sobrepasar cotas innecesarias. De hecho, entre Zaldua (900 m de altitud) y Donazaharre (200 m) se extiende un terreno abrupto, que muy probablemente no contaba con más estaciones intermedias.
Además, estos enclaves están asociados con nombres registrados en las fuentes clásicas grecolatinas. Se identifican menciones a Iturissa (posiblemente Zaldua), Summus Pyrenaeus (el collado de Ibañeta) e Imus Pyrenaeus (Saint Jean Le Vieux), así como al asentamiento de Pompelo, actual Pamplona.
Pirenaeus: una arqueología sin fronteras
El proyecto Pirenaeus busca unificar la metodología de estudio a ambos lados de los Pirineos, con el respaldo de la Eurorregión que incluye a Navarra, Euskadi y Nueva Aquitania. Aunque su financiación comenzó en 2023, los trabajos se apoyan en investigaciones anteriores: desde las excavaciones en los años sesenta en Francia hasta las llevadas a cabo en los ochenta y noventa en Navarra.
El anillo de Donazaharre no solo suma valor arqueológico, sino que es también símbolo de colaboración. Ayuntamientos como los de Luzaide-Valcarlos o el propio Donazaharre cofinancian un esfuerzo que incluye excavaciones, charlas, señalética y actividades de difusión.
Conclusión
El hallazgo del anillo en Donazaharre confirma la riqueza histórica de la ITER XXXIV y la importancia estratégica de sus estaciones. Estos objetos conectan pasado y presente, revelando cómo el Imperio romano trazó caminos que siguen vivos en la memoria arqueológica. ¿Qué otros secretos guarda esta vía milenaria?