De Aztlán a Tenochtitlan: el origen mítico e histórico de la Ciudad de México según Patrick Johansson

El viaje fundacional de Aztlán a Tenochtitlan según Patrick Johansson

Historia y mito en la fundación de México-Tenochtitlan

El historiador Patrick Johansson, discípulo del célebre Miguel León-Portilla, propone una lectura empática y descolonizada del origen de la Ciudad de México en su obra De Aztlán a Tenochtitlan: La gesta fundacional de la Ciudad de México (2021). A través de códices, textos en náhuatl y símbolos mesoamericanos, Johansson reconstruye una historia distinta, alejada de las versiones eurocéntricas que predominaron tras la conquista.

Una visión desde los vencidos

El enfoque de Johansson se inscribe en la tradición iniciada por León-Portilla con La visión de los vencidos (1959), una obra que cambió la manera de entender la Conquista al mostrar cómo los pueblos mesoamericanos vivieron aquel encuentro. Mientras que antes se exaltaba el triunfo español, León-Portilla y, ahora, Johansson, ponen el foco en la cosmovisión y los valores de los pueblos originarios.

Aztlán, punto de partida de una gesta mítica

¿Existió Aztlán?

Johansson sostiene que Aztlán es un mito fundacional, más simbólico que geográfico. Es el inicio de un viaje espiritual y cultural que culmina en la fundación de Tenochtitlan, guiado por el dios Huitzilopochtli. La peregrinación representa no solo un desplazamiento físico, sino un proceso de transformación identitaria.

El símbolo del águila y el tunal: un mandala mesoamericano

Uno de los íconos más potentes de la fundación mexica es el águila posada sobre un tunal, que no se encuentra simplemente sobre tierra, sino enraizada en un ojo de agua, un detalle presente en varios códices y frecuentemente ignorado. Este ojo de agua está ligado al dios Tláloc y representa la unión de los elementos agrícola y bélico, base de la cosmovisión mexica.

El Templo Mayor y la consolidación del espacio sagrado

La construcción del Templo Mayor no fue solo un acto arquitectónico, sino un proceso cargado de simbolismo y ritual. Representaba el eje del mundo mexica, el punto donde el cielo, la tierra y el inframundo se conectaban. Era, también, el lugar que consagraba la transformación de los aztecas en mexicas, el paso de una tribu migrante a un pueblo imperial.

La cronología y el tiempo cíclico mesoamericano

La fecha fundacional: ¿1325 o 1363?

Aunque tradicionalmente se asume 1325 como el año de fundación de Tenochtitlan, Johansson propone 1363, y explica que estas fechas pudieron haber sido construidas retrospectivamente por motivos políticos. Además, recuerda que el tiempo mesoamericano no era lineal sino cíclico, lo que dificulta establecer una cronología “cristiana” precisa.

Lengua, códices y simbolismo en el ensayo

De Aztlán a Tenochtitlan se articula en diez capítulos que combinan análisis filológico del náhuatl, interpretación iconográfica de códices y reflexión filosófica sobre el tiempo y la historia indígena. Su lectura requiere una actitud de desciframiento más que una comprensión lineal.

De la gloria al ocaso: el final del imperio mexica

La obra concluye con la llegada de los españoles, a quienes Cuauhtémoc, el último tlatoani, llama “gentes extrañas”. La derrota, sin embargo, no es vista como un final absoluto, sino como un cumplimiento cíclico del destino: Huitzilopochtli regresa al seno de su madre Coatlicue, y la gloria del pueblo mexica queda inscrita en el tiempo mítico.

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