El nuevo hallazgo genético que redefine la historia de los fenicios y los cartagineses
El estudio que cambia nuestra visión tradicional
Un estudio revolucionario publicado en Nature por el Centro de Investigación Max Planck-Harvard para la Arqueociencia del Mediterráneo Antiguo está transformando lo que sabíamos sobre la relación entre fenicios y cartagineses. Gracias al análisis de 14 yacimientos distribuidos en el norte de África, la península ibérica, Sicilia, Cerdeña e Ibiza, los científicos han llegado a una conclusión inesperada: la conexión genética entre ambos pueblos es mucho menor de lo que se creía.
Una expansión cultural sin migración masiva
Durante siglos, los historiadores han creído que la expansión fenicia fue resultado de una colonización demográfica masiva desde el actual Líbano. Sin embargo, los nuevos datos genéticos sugieren lo contrario: la cultura fenicia se expandió a través de redes comerciales, matrimonios mixtos y procesos de asimilación cultural. Aunque compartían lengua, religión y costumbres, esto no implicaba un linaje biológico común.
El papel clave de los yacimientos ibéricos
Entre los 14 yacimientos analizados, la necrópolis de Puig des Molins, en Ibiza, resultó crucial. Los restos hallados allí muestran un perfil genético cosmopolita, reflejo de una sociedad abierta a la diversidad. Ibiza, por tanto, no fue simplemente una colonia púnica, sino un auténtico cruce de civilizaciones donde convivían individuos de orígenes muy variados.
Evidencia de mestizaje y redes globales
Las pruebas de ADN revelan que las poblaciones púnicas estaban compuestas por una mezcla de ancestros locales y foráneos: Sicilia, el Egeo, el norte de África y más allá. En un caso sorprendente, se hallaron dos individuos emparentados —probablemente primos segundos— enterrados en sitios tan distantes como Sicilia y el norte de África. Esto sugiere una red de relaciones transmediterráneas intensas, sostenidas por el comercio, la movilidad y los lazos familiares.
El impacto del estudio en la historiografía
La idea de un pueblo púnico homogéneo y descendiente directo de los fenicios ha quedado obsoleta. Lo que emerge ahora es una imagen mucho más compleja y rica: la de una civilización construida sobre la interacción y el intercambio, no sobre la imposición o el reemplazo poblacional.
Este hallazgo pone en tela de juicio muchas narrativas tradicionales y resalta la necesidad de integrar la genética con la arqueología y la historia para obtener una visión más precisa del pasado.