La civilización maya es una de las más admiradas de la historia por su avanzada arquitectura, astronomía y sistemas de escritura. Sin embargo, su repentina desaparición ha sido motivo de debate durante décadas. Ahora, un nuevo estudio genético publicado en Current Biology podría haber encontrado la respuesta definitiva al colapso de los mayas hace 1.200 años.
¿Qué revela el estudio genético sobre los mayas?
El análisis se centró en siete individuos enterrados hace 1.600 años en Copán, una de las ciudades más influyentes del mundo maya, ubicada en la actual Honduras. Los resultados muestran un colapso poblacional masivo alrededor del año 800 d.C., coincidiendo con el final del periodo Clásico Maya (250–900 d.C.).
Los datos indican que la población alcanzó su pico en el año 730 d.C. con unos 19.000 habitantes, impulsada por el auge agrícola. Pero en apenas dos décadas, la población empezó a disminuir drásticamente, lo que coincide con el desmoronamiento político de las élites y el abandono de centros ceremoniales.
Un cruce de culturas y linajes
El estudio del ADN reveló una gran diversidad genética, indicando una mezcla entre mayas locales y grupos foráneos, posiblemente procedentes de otras regiones como Chichén Itzá. Incluso dentro de una misma tumba, dos hombres enterrados juntos no eran parientes cercanos, aunque compartían linaje paterno.
Uno de ellos fue sepultado con honores, el otro fue sacrificado, lo que sugiere una estructura social compleja y posiblemente inestable. Copán funcionaba como un cruce cultural y político, lo que, según los expertos, aumentó la dificultad de cohesión social y gobernabilidad.
El colapso maya: causas y consecuencias
El colapso de la civilización no se debió únicamente a factores ecológicos o climáticos, sino también a factores internos como fragmentación del poder, luchas entre élites y pérdida de identidad común. Estas dinámicas internas agravaron la caída de las grandes ciudades mayas y la dispersión de su población.
Los mayas no desaparecieron
Pese al colapso de su civilización, los mayas no se extinguieron como pueblo. El estudio genético demuestra que sus descendientes viven actualmente en Mesoamérica y comparten un ADN muy similar al de sus ancestros. Esto indica que lo que ocurrió fue una transformación cultural y poblacional, no una desaparición total.
En resumen, este descubrimiento ofrece una visión más precisa de por qué colapsó la civilización maya, integrando la genética con la historia y la arqueología para comprender uno de los mayores enigmas del mundo precolombino.