El origen de las lenguas indoeuropeas: nueva teoría revela una doble expansión desde el Cáucaso y la estepa

El enigma del origen indoeuropeo: doble expansión y una nueva teoría

Lenguas hermanas de noche: de noctis a naktasya

El vocablo “noche” conecta a idiomas tan distintos como el latín (noctis), griego (nyktós), inglés (night), francés (nuit) y sánscrito (naktasya). Esta coincidencia no es casual. Hace más de dos siglos, el jesuita Gaston-Laurent Coeurdoux fue uno de los primeros en advertir que muchas lenguas podían provenir de una raíz común. Esta raíz dio origen a la familia lingüística más extensa del planeta: las lenguas indoeuropeas.

¿Cuándo y dónde nació el protoindoeuropeo?

Durante décadas, dos grandes hipótesis han disputado la cuna del protoindoeuropeo:

  • Hipótesis anatolia: defendía que surgió hace 9.000 años en el norte del Creciente Fértil (actual Turquía, Líbano e Irak) y se expandió con la agricultura.

  • Hipótesis esteparia: proponía que hace entre 6.000 y 4.500 años, pueblos como los yamnaya se desplazaron desde la estepa póntica hacia Europa, llevando consigo nuevas lenguas.

Un nuevo estudio dirigido por Paul Heggarty, exinvestigador del Instituto Max Planck, ha replanteado este debate, integrando lingüística, ADN antiguo y análisis computacional.

Un árbol genealógico de las lenguas: cognados y ADN

Heggarty y su equipo analizaron 5.013 cognados (palabras con raíces comunes) en 161 lenguas indoeuropeas, de las cuales 52 son lenguas muertas como el tocario, el gótico o el latín arcaico. Con esos datos construyeron un árbol filogenético que permitió datar el momento en que se diversificaron las grandes ramas lingüísticas.

El resultado: la diversificación del protoindoeuropeo comenzó hace unos 8.120 años, lo que respalda parcialmente la hipótesis anatolia.

La hipótesis mixta: doble expansión desde el Cáucaso y la estepa

La gran novedad del estudio es su propuesta de una doble expansión:

  1. Primera expansión (hace ~8.000 años): desde el sur del Cáucaso, hacia Anatolia y posiblemente Grecia y Albania. Aquí nacieron ramas como la hitita, griega y albanesa. Estas lenguas no muestran señales genéticas esteparias.

  2. Segunda expansión (hace 6.000-4.500 años): pastores de la estepa póntica migraron hacia Europa central, dejando huellas genéticas profundas. Estas migraciones están asociadas con la expansión de las lenguas itálicas, célticas, germánicas, bálticas y eslavas.

La evidencia genética: Europa transformada

Estudios de ADN antiguo desde 2015 han demostrado que poblaciones esteparias reemplazaron en gran medida a los varones de la Europa occidental preexistente. En la península ibérica, por ejemplo, trabajos de 2018 y 2019 revelan una sustitución casi total de linajes masculinos, lo cual se vincula con la llegada de lenguas indoeuropeas como el celta y el proto-itálico.

El caso del latín y el surgimiento de las lenguas romances

La historia no terminó en la Edad del Bronce. El latín, lengua itálica indoeuropea, se extendió con el Imperio romano. Según Kim Schulte, de la Universidad Jaume I, la diversificación hacia el castellano, francés o rumano ya había comenzado en los primeros siglos de nuestra era, aunque los primeros documentos escritos en estas lenguas no aparecieron hasta la Edad Media.

Factores como:

  • el contacto con lenguas preexistentes (íbero, tartésico),

  • la duración del dominio romano, y

  • la distancia geográfica,

fueron clave para la evolución de nuevas lenguas. Así, mensa del latín clásico devino mesa en español y masă en rumano, mientras que la innovación tabula derivó en table (francés) o taula (catalán).

Una historia en evolución constante

Este nuevo enfoque, que concilia hipótesis aparentemente opuestas, ofrece una visión más matizada del origen de nuestras lenguas. Nos recuerda que la historia lingüística, como la genética, es resultado de flujos migratorios, contactos culturales y múltiples oleadas de expansión.

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