Nefertiti en Berlín: Historia, controversia y legado del busto más famoso del Antiguo Egipto

Nefertiti: Belleza inmortal y símbolo de disputa cultural


El descubrimiento del busto de Nefertiti

El 6 de diciembre de 1912, el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt halló en Tell el-Amarna el célebre busto de Nefertiti, una pieza maestra de más de 3.400 años. Su primera reacción quedó registrada en su diario: “Describirla es inútil, hay que verla”. Acompañó la nota con un boceto rápido del hallazgo, presintiendo ya su excepcional valor estético e histórico.

Financiada por el mecenas James Simon, la excavación se realizó bajo el amparo del Instituto Alemán de Antigüedades Egipcias. Borchardt dirigió las labores científicas, mientras que la parte egipcia del acuerdo estaba representada por el egiptólogo francés Gustave Lefebvre. Como era habitual en aquella época, los hallazgos se repartían entre los financiadores y el país anfitrión.


El traslado a Berlín y su exhibición pública

En 1913, la mitad correspondiente a Alemania viajó a Berlín, incluyendo el busto de Nefertiti. Inicialmente, James Simon la conservó en su residencia privada. En 1920 donó toda la colección a los museos de Berlín, un gesto filantrópico posteriormente ocultado por el régimen nazi debido a su origen judío.

El busto no se exhibió públicamente hasta 1924, probablemente por temor a que Egipto solicitara su restitución. Desde entonces, se convirtió en una sensación cultural. Fue comparada con Greta Garbo, se replicaron sus rasgos en campañas publicitarias y las mujeres aristocráticas imitaron su estilo. Incluso se fabricaron copias exactas para su venta.


La controversia por la restitución del busto

Egipto, representado por figuras como el arqueólogo Zahi Hawass, lleva más de un siglo reclamando el regreso del busto. Según Hawass, salió ilegalmente del país, y el propio Borchardt habría manipulado la presentación de los hallazgos para ocultar la importancia de la escultura. Algunos relatos sostienen que el busto fue ensuciado con arcilla para pasar desapercibido.

Las autoridades alemanas, sin embargo, mantienen que todo fue legal. Alegan que el busto fue incluido en una división de bienes formal, autorizada por la Administración de Antigüedades egipcia. Las fotografías tomadas en el momento del reparto, dicen, son prueba de la transparencia del proceso.


Un ícono de belleza atemporal

Más allá del conflicto diplomático, el busto de Nefertiti se ha transformado en un icono universal. Su rostro simétrico, cuello alargado y detalles delicadamente conservados, como las arrugas y pigmentación, cautivan a millones de visitantes cada año en el Neues Museum de Berlín.

El historiador Sebastian Conrad, en su obra La reina. La carrera global de Nefertiti (2024), sostiene que la fascinación por la reina no solo responde a su belleza, sino a su historia como objeto cultural. La recepción del busto en 1924 coincidió con una nueva concepción occidental de la belleza femenina, promovida por el cine y la publicidad de entreguerras.


Un símbolo de identidad y poder cultural

El busto no ha salido de Alemania desde su llegada, bajo el argumento de su extrema fragilidad. Durante la Segunda Guerra Mundial fue escondido en una mina para protegerlo de los bombardeos aliados. En 2009, fue trasladado en un taxi hasta su actual ubicación en la Isla de los Museos.

Pese a los reclamos egipcios, Alemania no contempla su devolución, escudándose en la legalidad del hallazgo y el peligro de deterioro si se mueve. Mientras tanto, Nefertiti continúa siendo el rostro más famoso del Antiguo Egipto fuera de su país de origen, símbolo tanto de arte como de tensiones postcoloniales aún vigentes.


Conclusión

La historia del busto de Nefertiti encapsula siglos de arqueología, belleza, diplomacia y controversia. Más que una escultura, es un testimonio del poder cultural que un objeto puede tener. ¿Debe volver a Egipto? ¿O es ya patrimonio global? El debate sigue abierto, y la reina milenaria continúa reinando, en silencio, desde su vitrina en Berlín.

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